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SER O NO SER ESTUDIANTE



       Últimamente no pienso en otra cosa que en el Ser Estudiante, esa criatura que cuando llega a una edad determinada tiene que hincar los codos en el escritorio sí o sí y enterrar la nariz entre los libros de texto para sacar adelante su formación académica. ¿Habéis visto alguna vez alguna? Es muy difícil pillarlas en horario no lectivo, pues se encierran para estudiar, pero sí, existen.


       Bueno, dejemos la ironía a un lado y vayamos al grano. ¿Qué tal llevas el curso, estudiante del curso que seas? ¿O qué tal lo llevaste en su momento, si ya has pasado esta etapa? Yo estoy más centrada que nunca, bastante contenta con las asignaturas que me tocan este 2º de BAC y con los profesores que las imparten, pero, eso sí, bastante cansada.


       Aún recuerdo cuando iba a primaria, y todo era bonito y de color de rosa (aunque en ese momento no lo pareciera). Mi primer año de ESO fue uno de los mejores: buenas notas, nuevos amigos, obras de teatro, coro, fútbol, baile... No es que los siguientes cursos no hiciera todas esas cosas, pero todo era más relajado.


       Entras en el instituto así:






       Y sales así:






       Está siendo comprobado (y lo digo en gerundio porque esta etapa aún no ha acabado)

       Por eso quería hablaros de todos esos años, de las vivencias personales y algunos puntos de vista.

       Los primeros cursos de instituto se pueden resumir en lo que he dicho antes. En ellos empiezas a tomar constancia en los estudios, aprendiendo poco a poco (o eso se supone) a prepararte los exámenes y formar una base común, pero luego llega 4º de la ESO, y con él: LAS ELECCIONES.


       En mi generación (y lo digo así porque no tengo ni idea de que leyes habrán reformado la educación y los cursos y las asignaturas para cuando leas esto, querido lector) llegabas a 4º y ya empezaban a diversificarte: ¿mates A o mates B? ¿biología o informática? ¿física y química o latín? Etc. En otras palabras: ya empezabas a ser más "de ciencias" o más "de letras".


       ¿Y qué pasaba si quería hacer ciencias pero también latín?


       Con las amistades de letras no se podía contar, ya se pudo comprobar... Así que nada, tocaba poner en marcha el plan B: una academia.


       De esta manera acabé el curso más feliz que una perdiz (fue más difícil que 1º de la ESO, por supuesto, pero aún así no fue una tortura) ¡Pero claro!, para bachillerato aún tienes que especificarte más.

       Cuenta la leyenda que antes existía uno mixto... ¿Y por qué, al menos cuando me tocó a mí, no? Menos mal que "los de ciencias" tuvimos en 1º asignaturas "de letras", como lengua y filosofía, y "los de letras" tuvieron CMC (Ciencias para el Mundo Contemporáneo), asignatura que en el día en el que escribo esto, han quitado. Pero llega 2º de bachiller, y se dan casos de "letras puras" en las que no se ven ni matemáticas, ni ciencias... ¿Qué clase de humanidades son esas?
       De verdad, entiendo perfectamente que cada uno se siente más atraído por unas asignaturas que por otras, que algunas cuestan más y que todo ello depende de la persona y no de la propia asignatura, pero si nos especializamos solo en un rango y obviamos el resto, me da la sensación de que nos estamos cerrando horizontes.


       En estos dos años y pico de latín me he dado cuenta de un detalle interesante, ¡comparándolo con nada más y nada menos que las matemáticas! Las matemáticas te dan una forma de enfocar las cuestiones de una forma diferente, mucho más fría y analítica. El latín te da la oportunidad de conocer a la madre de las lenguas romances, de modo que si se sabe latín se tiene más facilidad para aprender idiomas, pero también para estudiar el lenguaje científico. Para las matemáticas es necesario aprender su lenguaje, saber leer los números, y después traducir, al igual que para el latín. Ambas son asignaturas que se estudian haciendo problemas, ejercicios, traduciendo textos, declinando, conjugando... Poca teoría se aprende de memoria, sino que es más práctica. ¿Vais pillando a lo que quiero llegar?

       A fin y a cuentas, el latín y las matemáticas no son tan diferentes.

       Unas asignaturas se complementan a otras. En lengua das historia. En latín das sintaxis, morfología, gramática... En mates, das lógica. En ciencias, das mates, pero también lenguaje. En filosofía, das matemáticas. Y ahora, desaparecerá filosofía. ¿Por-qué? *Sí, ésta es una pregunta filosófica, pero si quitan la filosofía, pocos tendrán la oportunidad de pillarlo*






       Mi generación es la última antes de todos estos cambios. No es que viviésemos las mejores leyes —se podrían haber mejorado muchas cosas, por supuesto—, pero tengo la impresión de que las generaciones venideras van a ser incluso más incultas que nosotros a menos que se les permita acceder a varias asignaturas de distintas "modalidades". Van a ser tan "de letras" o tan "de ciencias" que los de letras no sabrán las teorías sobre el origen del universo y los de ciencias apenas entenderán de literatura. ¡Por no decir que ambos tendrán limitadas las capacidades artísticas que se desarrollan con la pintura o la música!


       Lo único que les salva es esa capacidad innata del ser humano para investigar por su cuenta —la curiosidad— y el acceso a Internet que les permitirá acceder a la información y abrirles el apetito. Isaac Asimov, Mozart, Jostein Gaarder, Beethoven, Platón, Nietzsche... ¿Los conoces?


       Siempre recordaré la primera vez que hice una disertación.


       Era primero de Bachillerato, para la asignatura de Filosofía *así que si desaparece, le estáis quitando a cientos de estudiantes la oportunidad de vivir algo parecido, tenedlo en cuenta gente del Gobierno*. Por la mañana me había bebido una taza de Cola cao con dos cucharadas de café porque estaba cansadísima y quería despejarme. Sin embargo, cuando llegó el momento de exponer delante de toda la clase, la hoja de papel me temblaba tanto entre las manos que no podía ni leer, ¡pero no por nervios! sino por el café.


       Así que nada más terminar el primer párrafo, miré a mi público en una pausa dramática, doblé la hoja, la dejé sobre una mesa cercana y me dispuse a hacer la disertación completamente de memoria. ¡Me salió prácticamente perfecta! Y bueno, vosotros ya habéis leído esa primera disertación... Si queréis que os refresque la memoria clicad aquí.



Conclusión: si tenéis que hacer una exposición y el café os "ataca" tanto como a mí, es preferible estar un poco dormido a no poder sostener ni una hoja entre las manos.
PD: Si no os gusta mucho el sabor del café, probadlo con chocolate.

       ¡Podríamos hablar de tantas experiencias! ¡Del por qué todas y cada una de las asignaturas valen la pena estudiarlas! Sí, aunque sean un verdadero coñ*** al principio, pero siempre se te quedará algún mensaje residual que te venga bien para la posteridad.

       Por ejemplo, para los escritores. ¡Sería perfecto que los escritores estudiásemos de todo! Psicología, historia, artes, matemáticas, letras, biología, química, latín, griego, idiomas, culturas...

¡El instituto es una fuente de inspiración inagotable!

       Os contaré otra anécdota: una vez que tuve Historia después de Biología, en lugar de decir: "El valido del rey", opté por: "El bacilo del rey" —aunque se podría considerar correcto en algunos casos, pues hay bacterias mil veces más útiles que reyes patéticos a lo largo de la historia—.






¡Viva el rey bacilo Jeoffrey! 


       Estaréis pensando: "Jo, cuánto le gusta a Dafne el instituto, bla, bla, bla..." Y sí, es cierto, me gusta aprender —que no es lo mismo que estudiar, estudiar es por lo general aburrido y agotador—, aprender de todo, pero también odio una cosa con toda mi alma: los exámenes.


       Con ellos aprendes a mantener los nervios, una estabilidad mental razonable, a organizar tu tiempo para el estudio, a amueblar tu cabeza... Pero son horribles, sobre todo cuando piensas que te han salido bien, y después todas tus expectativas caen en picado.


       ¿Y qué hay peor que los exámenes? Los exámenes que tienes que pagar para hacerlos por la maldita titulitis -.-


       Relacionado con los exámenes también podríamos hablar de:





       La justicia es una de esas utopías que tan pocas veces podemos hacer llegar a la realidad, pues siempre hay alguien que se queda descontento.


       En este caso el problema lo aplicaremos a una clase de 20 personas, cuando hay que cuadrar las fechas-límite de los trabajos, los exámenes... Creo que actualmente de mi clase solo hay 1 persona con exactamente las mismas asignaturas que yo. Por esa razón, es habitual oír comentarios de: "No lo pongáis tal día porque yo tengo examen de química." "Ah, pero es que en tal otro yo tengo examen de física." "¡Mira que eres mal compañero! Cede alguna vez, jolín..." ¿Y por qué no cede esa persona, vamos a ver, que egoístamente le está diciendo a la otra que ceda?


       Para evitar estos problemas y la hipocresía —que desgraciadamente pocas veces se puede evitar—, en mi opinión lo mejor es que nadie ceda, que el profesor diga tal fecha y punto. No hay más que hablar. Te organizas el tiempo como puedes, pues los exámenes hay que tratar de llevarlos al día y, en general, se avisa con semanas de antelación para no pillar por sorpresa a nadie y los profesores intentan que su examen no coincidan con otros para básicamente que puedas conseguir una buena nota, pero la fecha no se mueve y así te ahorras enfrentamientos y mareos innecesarios. Está muy claro que si te cuestan las matemáticas, te vas a hacer cada día una hora de ejercicios hasta machacarlas para tenerlas perfectas el día de la prueba, y que si se te da mejor la lengua, no invertirás tanto tiempo. Del mismo modo que si tienes alguna extraescolar (que lo dice la palabra: fuera de la escuela) te atienes a tener "menos tiempo" para estudiar, que no debería ser así si se organiza bien, por lo que al fin y al cabo esa no es una excusa.






Exámenes = party hard
*ironía time* 

       Los exámenes que me resultan más fáciles son los de escribir. Historia, lengua, filosofía... Primero hay que entender el tema, por supuesto, y preparárselo bien con resúmenes y esquemas, pero a la hora de la verdad lo que ayuda mucho en ese tipo de pruebas es la forma de narrar, cómo estructuras tus textos y la limpieza de tu letra. Esos exámenes siempre tienen algo de subjetivo, de manera que no te encuentras dos iguales y es inevitable la comparación, y al final la puntuación ocurre dependiendo del mejor de todos.


       Los más difíciles, para mí, son los de números. Dirás: "¡Ah! Pero es menos cansado estudiar números, pues al fin y al cabo son ejercicios y problemas, ". En efecto, es más rápido estudiar un examen de mates que de literatura. Por el contrario, aunque hayas hecho mil ejercicios que te hayan salido genial y los entiendas perfectamente, a la hora de llegar a un examen de 4 problemas solamente, como te equivoques en una cifra, lo tienes todo mal, y es muy fácil pasar de un 10 a un suspenso, ¡y solo por un pequeño fallo! Porque las matemáticas son objetivas 100% y 2x2 es 4 y siempre lo será, y aunque se vea que sabes plantear el problema o la ecuación, como te dejes algún numerito va a quedar bonito el 0 que te plantan en ese apartado.


       Respecto a los alumnos... El instituto también es un aprendizaje constante para convivir en sociedad. O en "no sociedad", porque a veces te encuentras más animales que personas. Me pregunto qué es lo que hace a los jóvenes de hoy en día tan asalvajados... ¿Escuchar música como la de El burlao? Fijándonos en el lado positivo, esa clase de "estudiantes" sirven de ejemplo a NO seguir. ¡Ah! Y también hay convivencia con los profesores.


       Vayamos concluyendo que esto se está alargando mucho...


       A veces me gustaría tener el gira-tiempo de Hermione para hacer todas las asignaturas y saber un poco de todo.

       Me gustaría hacer una asignatura de arte, pues llevo 4 años sin estudiarla en el instituto, y mi técnica mejora taaaaan lento que cuando por fin hago una obra con la que me supero a mí misma, con las dos siguientes parece como si mi subconsciente se arrepintiera y doy de nuevo un paso para atrás. Por suerte, para relajarme dibujo y escribo, salgo a hacer deporte...

       ¡Y toca ir a por todas y sacar los exámenes lo mejor posible! Que lo que tenga que llegar, llegará... Como decía el Joker:





"Creo en que lo que no te mata
simplemente te hace... diferente" 



¿Qué opináis vosotros?

¿Sois "más de letras" o "más de ciencias"

Los que estáis en la Uni...

¿En qué grado del Infierno os encontráis?

Es broma... Más o menos.

¿También sentís ese amor-odio por los estudios?

¡Comentadme!

Soy toda oídos ;)


2 comentarios:

  1. Yo soy más de letras, de hecho cuando estudié en secundaria pasó algo de eso, elegir el plan de estudios, matemáticas, humanista o biológico, yo elegí humanista, porque iba más con mis inquietudes artísticas. Y creo que en el fondo en la via todo se traduce a eso, como si fuésemos un río vamos encontrando el cauce, en el peor de los casos podemos estancarnos, pero lo ideal es encontrar ese fluir en lo que nos mueve. Aprendemos aquello que nos interesa, porque tampoco llegaremos a usar toda la información que podamos tener, a veces ni siquiera utilizas cosas que has aprendido estudiando. Pero siempre me llevé bien con los estudios, nunca fue un infierno y ya en la universidad estudié lo que impulsaba mi creatividad. Y bueno, ya terminaste los estudios, pero ya sabes también, que nunca se deja de aprender y tú eres como una esponja de conocimientos, que lo sé ;)

    Dulces besos de manzana Dafne.

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    1. Me alegro mucho de que te gustasen los estudios y se te dieran bien, Dulce :3 ¡Con los maravillosos poemas que escribes! Sí, ya terminé mis estudios universitarios y me ha quedado claro que nunca se deja de aprender.
      Dulces besos humanistas, Poeta

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